lunes, 9 de enero de 2012

Copy- paste

Aprietas el botón del mando a distancia, pensando en entretenerte, aprender incluso, de algo de lo que ponen en esa caja a la que hemos hecho ama y señora de nuestro salón en nuestras casas. Ellas, - las televisiones- presiden el lugar donde la mayor parte de nosotros pasamos la mayor parte de nuestras vidas cuando queremos disfrutar de hogar y familia. Ella nos alimenta y nos vigila, nos dice lo que es verdad y lo que no, y además, le creemos.
Escupe imágenes y sonidos que terminan metiéndose en un cerebro que acaba acostumbrándose al "darme todo hecho".
Uno hace zapping buscando en la TDT algún programa, peli o algo que merece la pena, mientras se encuentra a 7 ú 8 energúmen@s discutiendo acaloradamente,- poniendo la vida y las entrañas en ello - sobre si la depilación de Belén Esteban era oportuna o no. Han exprimido tanto la teta del cotilleo que ahora ya no hablan de la vida de los famosos, si no también de la vida de l@s que hablan de los famosos.
Programas de vergüenza. Una parrilla y algunos canales que uno opta por desintonizar. Ver la parrilla de la TDT es una desesperada búsqueda, es más fácil que te toque la lotería a que encuentres algo realmente entretenido, interesante o bien hecho.

Gran Hermano, Supervivientes, Sálvame diario, Sálvame de Luxe (¿?), Operación Triunfo, Granjeros, dónde estás corazón, la noria, el diario de Juana, cientos de horas, de programas...

Váyanse a la mierda, oiga.

Y es que luego pasa lo que pasa. Chavales de 16 años incapaces de decir los continentes, las capitales de provincia, o el puñetero nombre del presidente del gobierno de turno.
Y además nos da igual lo que digan los informes internacionales de PISA o cualquiera sobre la educación en nuestros país, los valores y el nivel académico.
Es mejor poner la Wii, o la PSP que aprender a leer, a sumar y restar, a jugar creciendo y aprendiendo, compartir eso con nuestros hij@s y chavales, donde va a parar.

Estamos tan ocupados... estamos tan ocupados que hemos olvidado cual es realmente nuestra principal ocupación.

Nuestros padres aprendieron a esforzarse, a tener que luchar, a aprovechar lo poco que tenían y les daba la vida para seguir adelante.
Nosotros aprovechamos nuestros avances para hacer más lerdos en menos tiempo, y vamos ganando. Hacer un copy-paste y palante. Rápido y fácil.

Los maestros, -esos que ayudan a educar y enseñan a nuestros hij@s, a nuestros sobrin@s y niet@s- han perdido cualquier esperanza de poder realizar una educación global y de verdad de la mano de sus padres. Se juegan una denuncia, y oiga, si usted no quiere educar a su hijo, yo no soy su padre o su madre. Usted verá.

Y en esas estamos hoy, en el copy-paste, hasta que un día, de repente, nos miremos todos con cara de imbéciles, nos echemos las manos a la cabeza y digamos que la culpa es del gobierno y de su plan de educación.

Todo sea ciscarnos en la madre de los demás para no querer asumir nuestras responsabilidades de abuelos, tíos o padres.  












jueves, 5 de enero de 2012

El silencio de los corderos

El asesino - Hanibal Lecter - escudriñaba a Clarice psicológicamente -separados por un cristal- era capaz, de, en pocos segundos, y gracias a una capacidad de observación brutal; lograr sacar las debilidades y los miedos que la agente Starling callaba durante años, esos que jamás se cuentan y que se convierten en pesadillas por la noche. 

¿Aún oyes a los corderos chillar, Clarice?, le preguntaba un Hanibal desafiante. 

Todos tenemos nuestros miedos, nadie es al 100% seguro, y tampoco creo que eso sea bueno, pero no debemos callar nuestros miedos, nuestros corderos particulares, dudas, al contrario, es mucho mejor afrontarlos, hablar las cosas, y ser honesto con quien te quiere bien. 
Cuando las cosas explotan es porque no se ha hablado lo que se debería, no se ha compartido, y aún yendo más lejos, pero siendo justos, no se ha sido honest@. 

Observando se pueden ver muchas cosas. Demasiadas a veces. Si un día preguntas a alguien que observa y analiza bien, debes estar dispuest@ a sus respuestas. 
Si te quiere bien, te dirá lo que realmente ve, lo que piensa y lo que sucede, sacará tus miedos, tus virtudes, tus orgullos, victorias y derrotas. 
No le puedes preguntar a alguien que observa para que te conteste lo que tú quieres oir.

Todos tenemos un Hanibal dentro, ése que analiza el entorno, los gestos, palabras, se pregunta los porqués, son esas cosas que te callas - si no te pregunta quien merece - y que te hacen actuar cada día.

Clarice logró la ayuda de Hanibal. Logró también volver a detenerlo. El mayor reto fue enfrentarse a sus corderos, mirar el problema de frente, escuchar sus miedos en boca de otro, darse cuenta de la verdad y finalmente, que estuvieran en silencio.

Lo consiguió.